El briefing del Artista Estratega: el único documento que necesitas antes de gastar un euro en tu web

Seamos honestos. La mayoría de los proyectos web nacen para morir.

Empiezan con un chute de ilusión y un email vago al diseñador: «Quiero una web moderna y minimalista». Siguen con un infierno de 27 revisiones de diseño, cambios de última hora y la frase maldita: «No es exactamente lo que tenía en mente». Y acaban con una web que ha costado el doble de lo previsto, que no te representa y, lo peor de todo, que no vende una puta mierda.

El problema no es tu diseñador. El problema no eres tú. El problema es que empezasteis a construir la casa sin los putos planos. Empezasteis sin un buen briefing.

Y no, no me refiero a un documento aburrido con una lista de «cosas que quiero». Me refiero a un manifiesto. Un mapa del tesoro. Un documento que excava hasta encontrar el alma de tu proyecto. Me refiero al Briefing del Artista Estratega.

Por qué tu briefing actual es una lista de la compra (y por eso no funciona)

La mayoría de los briefings son un desastre. Son una lista de la compra de funcionalidades y referencias estéticas: «Quiero un blog, una tienda, un pop-up y que se parezca a la web de Apple».

Este enfoque está condenado al fracaso porque se centra en el QUÉ, pero ignora por completo el PORQUÉ. Y sin un «porqué» claro, cualquier «qué» es arbitrario y frágil.

El Briefing del Artista Estratega no pregunta qué quieres. Pregunta quién eres. No se centra en las funcionalidades, se centra en la intención.

Los 3 Pilares del Briefing que lo cambian todo

Este no es un formulario. Es un interrogatorio. Son las preguntas que tu diseñador o estratega reza para que no le hagas, porque le obligan a pensar de verdad. Se divide en tres actos:

Acto 1: El manifiesto (el alma)

Aquí desenterramos la personalidad de tu marca. Olvídate del marketing por un segundo y piensa como un puto novelista.

  • La pregunta del propósito: Más allá de ganar dinero, ¿por qué coño existe este negocio? ¿Qué problema del mundo te quita el sueño?
  • La pregunta del enemigo: ¿Contra qué idea, creencia o competidor luchas? Una marca se define tanto por lo que odia como por lo que ama.
  • La pregunta de la personalidad: Si tu marca entrara en un bar, ¿quién sería? ¿El intelectual callado del rincón, el rebelde que monta jaleo o el anfitrión que conoce a todo el mundo? Descríbela en 3 adjetivos.

Acto 2: El diagnóstico (el cerebro)

Aquí nos ponemos la bata de cirujano. Dejamos de suponer y empezamos a diagnosticar el problema de negocio real.

  • La pregunta de la ÚNICA acción: Si el visitante solo pudiera hacer UNA cosa en tu web, ¿cuál sería? (Si respondes «varias cosas», ya hemos encontrado el problema).
  • La pregunta del dolor real: ¿Cuál es la frustración más profunda de tu cliente ideal que tu producto o servicio resuelve? No la superficial, la de verdad.
  • La pregunta de la métrica de la verdad: ¿Cómo sabremos, en 6 meses, si esta web ha sido un éxito rotundo? Dame un número, un dato, algo que no sea «tener más visibilidad».

Acto 3: La galería (la piel)

Ahora, y solo ahora, hablamos de estética. Pero no desde el gusto, sino desde la estrategia emocional.

  • La pregunta del amor/odio: Enséñame 3 webs que te encanten y 3 que te den ganas de arrancarte los ojos. Y lo más importante: explícame el porqué emocional de cada una.
  • La pregunta de la banda sonora: Si tu web fuera una película, ¿cuál sería su banda sonora? ¿Música clásica, punk rock, electrónica minimalista?
  • La pregunta de la textura: ¿Tu marca se siente como el acero pulido, la madera sin tratar o el terciopelo?

Deja de pedir presupuestos. Empieza a escribir manifiestos.

Una web construida sobre un briefing mediocre es un edificio con cimientos de arena. Está destinada a agrietarse.

Una web construida sobre un briefing de Artista Estratega es una catedral. Cada elemento, desde el color de un botón hasta el tono de un email, responde a una intención central. Tiene coherencia. Tiene alma. Y, casualmente, es el tipo de web que convierte visitantes en creyentes.

La próxima vez que empieces un proyecto, no escribas una lista de la compra. Escribe tu puto manifiesto. La claridad que obtendrás no solo te ahorrará miles de euros y decenas de horas, sino que será el primer ladrillo del imperio que estás a punto de construir.

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